lunes, 8 de marzo de 2010

La tarde prometía, y juró



La tarde prometía, y juró. Vamos que fue un lujo. Expectación desde la piel a la retina, y allí es donde se quedó lo mejor, aunque lo más puro llegó al corazón. Pese a quien le pese. En la Plaza de Torozs de Olivenza, que ya empieza según los entendidos a consagrarse, como inicio real de la temporada, había arte, en vivo y en directo que dirían los clásicos. Y eran brochazos de valor, no de tortura. Sí sufría el animal, pero en su épica, se entregaba tan fiel como su naturaleza le dicta. Insisto, pese a quien le pese.
"Vivan los toros en Cataluña", gritó un aficionado en el primero de la tarde, y olé suscribió la plaza entera. No hizo falta repetirlo más. Allí no había nada parecido a la política, sólo arte, tesón, y valor a raudales. Una auténtica expresión de arte, que todos los presentes disfrutaban en plena "libertad". Nadie fue obligado, más bien todo lo contrario, muchos privilegiados. Entre ellos yo, en la mejor de las compañías posibles, y pude por fin ver al "especial" José Tomás, y a fé que lo es. Espero que por muchos años. Me quedé helado con su paciencia, y su quietud en vivo. Tan impactado, que me cuesta todavía definirle. Habrá tiempo y faenas para hacerlo, con admiración y sencillez.

2 comentarios:

  1. Ole, ole y ole. Muy bien captado, sí señor, y muy bien escrito. ¿Ves cómo merecía la pena el viaje por ver a José Tomás?

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  2. muchas gracias!. Ya sabes que tú opinión en ésto es todavía más importante. Arte verlo y arte compartirlo, gracias. ;)

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